Cuando regalamos nuestro «YO»

Justo cuando se acercan éstos días, en donde se ha comercializado tanto el “tema del amor” es cuando indiscriminadamente comenzamos a buscar a quien regalarle nuestro “YO”. En un acto de posible desesperación nos volvemos «ciegas, sordas y mudas» como dice Shakira. Esto no es otra cosa que boicotearnos la vida misma. El temor de disfrutar un rato con nosotras mismas no luce tan atractivo como tener a alguien con quien compartir, aunque sea de la forma menos adecuada. Es una lástima. Mi amiga… abre los ojos carnales y espirituales. Yo pienso que alguna de nosotras debiéramos de venir con un banderín rojo que se levantara cuando estos pensamientos lleguen. O que tuviéramos un artefacto audible que nos dijera «what’s wrong with you?».

Sabes, nuestro discurso en estos días debiera decir algo más o menos así:
“No me conformo con lo que hay disponible, sino que tengo mi mirada bien puesta en lo que quiero”.

Mujer, tener el control de nosotras mismas es una aventura. Algunas veces agotadora y otras excitantes pero siempre, siempre, siempre gratificante. Por nada en el mundo rindas tu identidad. No vale la pena. Terminarás peor que comenzaste. Disfruta cada momento que tengas. Identifica que cosas has querido hacer y no has hecho. Salta de un paracaídas, prepárate para participar en un maratón, vete en un viaje misionero, levanta un grupo de chicas que necesiten apoyo y dialoguen entre ustedes mismas las posibilidades y las alternativas. El momento para hacerlo es hoy. Compromete contigo misma. El compromiso va a demostrar lo que realmente valoras: ¡a ti!

Tú eres especial, eres única. Ámate pero sobre todo: VALORATE!

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Más que Mujeres Exitosas, somos Mujeres de Valor!

Probablemente cuando niña tuviste que haber escuchado una frase como esta: “pronto iras a la universidad, debes estudiar secretaria, enfermera o maestra”. Profesiones que sin lugar a duda honrosas e importante dentro de nuestra sociedad, pero que en efecto el hecho de que se nos encaje solamente en ellas, reflejan un genuino problema de desigualdad. Esto guarda una estrecha relación con el enfoque de la mujer y el hombre contemporáneo. Sí saben a lo que me refiero, porque cuando éramos niñas muchas fuimos adiestradas por nuestras abuelitas y aún por nuestras madres a entender a la perfección “las tareas por amor”. Esto no era otra cosa que las tareas recurrentes del hogar tales como el lavado, el planchado y la más importante de todas, la suculenta cena que tenía que estar caliente cuando llegara el esposo. Nos enseñaban que el sábado, (que probablemente era el único día para levantarse tarde), teníamos que levantarnos temprano para limpiar y dejar la casa como un espejo. A esto le añadimos el modelo que predominaba de “señorita decente” el cual no necesariamente iba adherido a nuestros valores sino más bien a la idiosincrasia cultural de nuestro país. O más bien, se basaba en la doble moralidad basada en género. Una vez se constituía un hogar, tendrías que atenerte a dos premisas fundamentales: La primera, corresponde a que tenías que ser hogareña y limitar el involucrarte en otras actividades que pudiesen tener intensiones “autócratas” porque la visón en ese instante era la de deberse completamente a el hogar. Los anhelos personales tenían que ser echados a un segundo plano. La segunda premisa es la de una “familia de procreación”. Una vez fueras al matrimonio, el tener familia se convertía en un requisito del convenio.

Que bien se siente el saber que gran parte de estos parámetros, han sido cambiados por la valentía de cientos de mujeres. Demostrando que aun teniendo un doble rol en nuestra sociedad, estamos aptas para llevar saludablemente un hogar y poder cumplir nuestros anhelos y deseos personales. Que alivio que ya no se nos señale porque decidimos carreras profesionales y probablemente decidamos posponer el contraer matrimonios y tener hijos. Pero más aun, que orgullo que aun teniendo esposos e hijos, podemos tener éxito en ambas áreas de nuestra vida. De este modo, la dicotomía que pueda existir entre no tener la capacidad para hacer ambas simultáneamente, queda nula. Y ni hablar de aquellas que por circunstancias de la vida son madres solteras y luchan por alcanzar el éxito hasta conseguirlo sin descuidar a sus hijos. Tenemos la potestad para decidir que queremos ser. Nuestro potencial ya no lo limitan, y ésta es una excelente noticia. Nosotras somos determinadas, luchadoras, seguras, disciplinadas, juiciosas, equilibradas, perseverantes y enfocadas. De este modo, y con nuestra mirada puesta en Dios sin lugar a duda, llegamos a obtener el éxito. Felicidades a todas éstas espectaculares mujeres que rompieron con los esquemas culturales y que más que mujeres de éxito son “Mujeres De Valor” en nuestra sociedad.