‎»Muere Lentamente»

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo, y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú. Muere lentamente quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las íes a un remolino de Emociones, justamente las que rescatan el Brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un Sueño.

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.

Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.

Muere lentamente, quien abandona un Proyecto antes de iniciarlo, no pregunta de un asunto que desconoce, o no responde cuando le indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.

Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida Felicidad.

~ Pablo Neruda

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Más que Mujeres Exitosas, somos Mujeres de Valor!

Probablemente cuando niña tuviste que haber escuchado una frase como esta: “pronto iras a la universidad, debes estudiar secretaria, enfermera o maestra”. Profesiones que sin lugar a duda honrosas e importante dentro de nuestra sociedad, pero que en efecto el hecho de que se nos encaje solamente en ellas, reflejan un genuino problema de desigualdad. Esto guarda una estrecha relación con el enfoque de la mujer y el hombre contemporáneo. Sí saben a lo que me refiero, porque cuando éramos niñas muchas fuimos adiestradas por nuestras abuelitas y aún por nuestras madres a entender a la perfección “las tareas por amor”. Esto no era otra cosa que las tareas recurrentes del hogar tales como el lavado, el planchado y la más importante de todas, la suculenta cena que tenía que estar caliente cuando llegara el esposo. Nos enseñaban que el sábado, (que probablemente era el único día para levantarse tarde), teníamos que levantarnos temprano para limpiar y dejar la casa como un espejo. A esto le añadimos el modelo que predominaba de “señorita decente” el cual no necesariamente iba adherido a nuestros valores sino más bien a la idiosincrasia cultural de nuestro país. O más bien, se basaba en la doble moralidad basada en género. Una vez se constituía un hogar, tendrías que atenerte a dos premisas fundamentales: La primera, corresponde a que tenías que ser hogareña y limitar el involucrarte en otras actividades que pudiesen tener intensiones “autócratas” porque la visón en ese instante era la de deberse completamente a el hogar. Los anhelos personales tenían que ser echados a un segundo plano. La segunda premisa es la de una “familia de procreación”. Una vez fueras al matrimonio, el tener familia se convertía en un requisito del convenio.

Que bien se siente el saber que gran parte de estos parámetros, han sido cambiados por la valentía de cientos de mujeres. Demostrando que aun teniendo un doble rol en nuestra sociedad, estamos aptas para llevar saludablemente un hogar y poder cumplir nuestros anhelos y deseos personales. Que alivio que ya no se nos señale porque decidimos carreras profesionales y probablemente decidamos posponer el contraer matrimonios y tener hijos. Pero más aun, que orgullo que aun teniendo esposos e hijos, podemos tener éxito en ambas áreas de nuestra vida. De este modo, la dicotomía que pueda existir entre no tener la capacidad para hacer ambas simultáneamente, queda nula. Y ni hablar de aquellas que por circunstancias de la vida son madres solteras y luchan por alcanzar el éxito hasta conseguirlo sin descuidar a sus hijos. Tenemos la potestad para decidir que queremos ser. Nuestro potencial ya no lo limitan, y ésta es una excelente noticia. Nosotras somos determinadas, luchadoras, seguras, disciplinadas, juiciosas, equilibradas, perseverantes y enfocadas. De este modo, y con nuestra mirada puesta en Dios sin lugar a duda, llegamos a obtener el éxito. Felicidades a todas éstas espectaculares mujeres que rompieron con los esquemas culturales y que más que mujeres de éxito son “Mujeres De Valor” en nuestra sociedad.